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Un mismo vuelo

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vueloLa vida es un vuelo que puedes elegir hacer solo o acompañado, alegre o enfadado, tranquilo o angustiado, cansado o siempre con ganas, sin rumbo fijo o con un destino, con valores trascendentes o con intereses intrascendentes. Tú y solo tú eliges cómo volar

¿Has visto alguna vez emigrar a los gansos? Me ha llamado la atención la forma en “V” en la que vuelan.

Es conocido que lo hacen para ganar velocidad, es más aerodinámico y aumenta enormemente las posibilidades de llegar al destino de forma rápida y segura. También sabrás que cuando el líder de cada vuelo se cansa, se pone al final de la formación y otro ocupa su lugar en la punta.

¿Qué puede enseñarnos la imagen en “V” de unos gansos volando juntos?

Pienso que si eres como yo: mujer, madre, esposa, profesional, amiga, ama de casa, y en tu día haces malabarismos para que no se te caiga al suelo ninguna de esas actividades que representan una gran parte de tu vida, y no termines por perder los nervios…

Y también reflexiono sobre ti como hombre, padre, esposo, profesional, proveedor, amo de casa y te pasas el día tratando de conseguir un equilibrio entre lo urgente e importante fuera de tu casa y lo que se te necesita y reclama con tu presencia por parte de la familia, y no acabes por sentirte mal contigo mismo…

Mirándome fijamente al espejo, la verdad es que no se qué debería hacer ante estas dos realidades

¿Deberíamos hacer, omitir o transformar algo de nuestras vidas para lograr que el balance sea armonioso para ambas partes y para todos en general?

A veces somos las mujeres las que nos implicamos demasiado en la crianza de los hijos y no les permitimos a los padres varones tomar su rol. Nos quejamos de hacer solas las cosas de la casa pero, cuando finalmente el hombre quiere cocinar, nos burlamos de él porque no sabe ni dónde están los platos y no le valoramos suficientemente en muchos otros servicios o atenciones  como también a nosotras nos gustaría que nos valorasen.

Otras veces los varones se involucran en la crianza de los niños pero con un estilo que desplaza a la mujer y le dejan sin voz ni voto porque piensan que son ellos los que realmente saben lo que se tiene que hacer…

Es un hecho:

Hombres y mujeres somos diferentes. Ni mejores ni peores, simplemente somos complemento en la forma de sentir, de hacer o de resolver.

Con la llegada de los hijos nos enriquecemos aún más. Cada uno aporta capacidades, habilidades, dones, talentos, destrezas y recursos al grupo familiar que antes nunca había puesto en práctica, y ahora que somos y formamos una familia nuclear, lo hacemos de manera natural orientados siempre en la misma dirección. 

Ha llegado la hora de saber que no debes, aunque puedas, tirar de la soga solo para tu lado

¿Es posible que, ante las diferencias, sepamos respetarnos y admirarnos o incluso amarnos y así volar en la misma dirección?

Abramos juntos los ojos, los oídos, y nuestros brazos para no convertirnos en la emperatriz o emperador de los espacios o las tareas comunes de la familia.

Tomar directivas sin consultar, por muy buenas y razonadas que sean, es una forma de obviar la importancia del apoyo en el otro.

¿Tenemos  la humildad suficiente de saber cuándo nos toca ceder la punta y ponernos atrás?

Para esto, nuestra vida debe estar basada en la confianza de que el otro va a ser mi otro yo, y aceptándole como me acepto a mí mismo cuando actúo.

Si abres tu corazón y juegas a soltar… tendrás la libertad de ser tú mismo y dejar ser a los otros. Podrás desplegar toda la riqueza que tienes para dar y le otorgarás a los demás, “alas” para volar todos juntos un mismo vuelo.

A.G.A. (CEE)

 

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Tú y yo ya no somos pareja. ¿Cuál es el ex que queremos ser?

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Cualquier separación o divorcio es una crisis vital  profundísima que se experimenta como una pérdida en toda la unidad familiar, y no como un camino de tránsito.
No es posible pasar de la negación de una familia a la aceptación de otro modelo de manera automática y que se convierte en dos familias monoparentales.

Cuando una relación llega a su límite de convivencia normalizada, y la coexistencia es vivir como “el perro y el gato”, pierde el que se agota antes o gana el que se retira antes de agotarse.   Separarse con hijos es cambiar un pack de problemas por otro pack de problemas, y con el tiempo puedes acostumbrarte a que sean más llevaderos los problemas.

Ex pareja y progenitor es una misma persona, difícil de separar

Incluso en el caso de una ruptura de común acuerdo, normalmente se pasa por una profunda y estresante fase de negación en la que uno de los dos —o los dos— se quedan congelados como progenitores y globalizan todos sus sentimientos como pareja, aunque haya cosas pendientes e importantes de los hijos.

Hay todo tipo de películas y libros que estudian detalladamente el fenómeno que ocurre tras una ruptura entre “yo y mi  ex pareja”.

 

¿Dónde está mi identidad si se ha roto mi pareja?

La dependencia que se experimenta al ser la ex pareja de alguien es mutua. Cuando se rompe la pareja, esa dependencia cuesta soltarla sin perder a la vez la propia identidad por lo menos de manera temporal.

Se comienza con una fase de negación de lo ocurrido, queriendo volver a nacer para nunca más repetir lo vivido o  incluso fantaseando con la vuelta del otro por el bien de los hijos. El círculo social y familiar  se reduce al que manteníais los dos antes, como pareja y como familia. Solo te queda tu círculo laboral en el caso de que estés trabajando fuera de casa.

La sentencia judicial no es más que la puesta en escena de una muerte anunciada hace al menos 18 meses. Sin embargo, esta puesta en escena no se acaba con el ensayo general y el día del pre-estreno y del estreno de la ruptura.

Son las sucesivas puestas en escena, los momentos en los que va a comparecer la verdad del convenio regulador y de la sentencia.

Lo normal es que al menos al principio se den situaciones tensas e incómodas delante de los hijos y que la solución pueda tener que pasar en ver a los hijos sin verse entre sí

 

En ocasiones, esta forma de plantear la separación puede ser la mejor solución cuando hay una alta conflictividad entre los progenitores. En estos casos,  el mejor trato será “no tener trato” más que por escrito o entre abogados.

 

Esta actitud puede ser comprensible pero con el paso del tiempo debe ser revisable.

Lo ideal sería poner la sentencia y la inteligencia de los progenitores al servicio del bienestar de los hijos, donde entonces no caben las extorsiones, los “ninguneos”, ni faltas menores, sino todo lo contrario.

El hecho de que ya no seáis pareja, no hace imposible que quieras y desees que todos tus hijos estén bien con tu ex cuando esté con ellos. También quieres que tus hijos estén bien cuando estén contigo. Revalidar  con tu ex por el bienestar de los hijos es posible que creas que ganas batallas pero vas a perder la guerra de la felicidad de tus hijos.

La separación trae consigo una nueva forma de ser padres pues ahora somos padres y ex-parejas.

 

¿Qué tipo de padre/madre te gustaría ser durante esta nueva etapa de tu vida?

Si te consideras la víctima, habrás convertido al otro en verdugo. Si  consideras que eres el que tiene la razón, harás justicia como un verdugo y crearás una víctima condenada por ti, no por el juez.

En esta rotación sobre uno mismo se producen diversos movimientos muy peligrosos que no facilitan la buena comunicación entre ambos y con los hijos que tienen en común:

      • No se deben impedir deliberadamente los tiempos y espacios de comunicación entre cada uno de los padres y cada uno de sus hijos.
      • No se deben  boicotear los tiempos del otro con actividades extraescolares o familiares de tu ex, que hagan dudar a los hijos si quieren ir o no ir con el madre/madre. Con cumpleaños o actividades muy lúdicas que anulan al otro progenitor porque no puede mantener el mismo ritmo de gastos en eventos.
      • No hacer comentarios sobre tu ex que puedan poner en duda la confianza de tus hijos por el progenitor. Generando sospechas infundadas en los hijos en cuanto a la imagen y  los compromisos del otro padre/madre con frases como: “No te preocupes que no te va a pasar nada, estoy aquí esperándote hasta que vuelvas”.
      • Hacer chantaje emocional y afectivo cuando el hijo se va con tu ex. Simular un malestar, enfermedad o necesidad que provoque en el hijo sentimientos de culpabilidad por irse con su otra madre/padre.
      • Evitar en lo posible que los hijos puedan despedirse de tu ex cuando se van contigo.
      • No hablarle a tu hijo de los padres de tu ex, sus abuelos ni de sus primos e intentar en lo posible que solo coincidan con los abuelos y primos de tu familia de origen.

A corto plazo, el resultado en vuestros hijos será por un posible fracaso escolar y una inadecuada relación del hijo con cada uno de sus padres.

El hijo empieza teniendo según ley dos domicilios o un hogar nido y dos progenitores y el desgaste de este tipo de maniobras hace que el hijo acabe perdiendo por tiempo indefinido el contacto y el domicilio con uno de ellos para quedarse solo con un progenitor a su cargo.

 

Se necesita llegar a un pacto de co-parentalidad  con o sin ayuda externa para una  supervivencia familiar sana.

¿Cómo conseguirlo?

  1. Desdramatizando los conflictos tanto para llegar mejor a acuerdos objetivos, razonados y razonables, como para negociar cualquier tipo de interferencia externa al hogar familiar.
SIN NEGATIVIDAD SE PUEDE LLEGAR A ACUERDOS PARA AYUDAR A NUESTROS HIJOS,  SIN DESAYUDARNOS  NOSOTROS COMO PADRES.

2. Relativizar las posturas encontradas para simplificar los conflictos desde el  presente y sin anclarse en el pasado común, con el objetivo de dar a los hijos un futuro diferente y mejor como padres.

PARA AMINORAR LAS TENSIONES SE PUEDEN BUSCAR PERSONAS CERCANAS QUE PUEDAN AYUDAR A GENERAR UN CLIMA MÁS POSITIVO PARA NUESTROS HIJOS Y PARA NOSOTROS COMO PADRES.

3. Aceptar, cuanto antes, los cambios producidos tras la ruptura en la dinámica familiar sin extorsionar los acuerdos.

ENCONTRAR UN ESPACIO DE COMUNICACIÓN MÁS FLEXIBLE Y SEGURO QUE FACILITE TODOS LOS CAMBIOS NECESARIOS SIN LESIONAR LA AUTOESTIMA DE LOS HIJOS NI DE NINGUNO DE LOS PROGENITORES.

4. La vida se puede complicar a lo largo del tiempo con situaciones que exigen cambios directos o indirectos en el cuidado de vuestros hijos.

ANTES QUE PERDER EL NIVEL DE EDUCACIÓN Y TOLERANCIA NECESARIO, HAY QUE BUSCAR SOLUCIONES ALTERNATIVAS A LAS SITUACIONES SOBREVENIDAS. ALLÍ AMBOS PROGENITORES DEBEN IMPLICARSE EN LA MEJOR SOLUCIÓN PARA SUS HIJOS ANTES QUE PARA ELLOS MISMOS.

5. No existe ruptura matrimonial perfecta, ni aunque sea de común acuerdo., la vida compartida en dos hogares con sus imprevistos y previstos desgasta y fatiga a todos.

LA FATIGA CRÓNICA PARENTAL, ES MUY HUMANA Y AMBOS PROGENITORES POR EL BIEN DE SUS HIJOS, DEBEN MANIFESTAR SU ESTADO Y SITUACIÓN  Y PEDIR AYUDA PARA RECUPERAR EL CONTROL Y LA PERCEPCION DEL TIEMPO PRESENTE LO MÁS POSITIVA POSIBLE

Cuando el sistema familiar se rompe y con él también se rompe la pareja, habiendo hijos menores, ambos —familia y pareja— no se rompen, no desaparecen, sino que se transforman en otro modelo de vida; uno rehabilitado en función de los hijos comunes y las circunstancias hasta llegar a la ruptura.

 

Por vosotros y por vuestros hijos, lo mejor es que, después de la ruptura, elijáis la mejor versión de vosotros mismos. Así seréis el mejor progenitor y ex que se merecen tus hijos.

 

En el fondo, con vuestra ruptura, habéis entrado en un segundo nivel de compromiso para con vuestros hijos: habéis hipotecado las discusiones delante de los hijos. Si queréis seguir siendo buenos progenitores y no solo ex pareja, ya no podéis discutir nunca más delante de ellos, ni por ellos. Ni por nada.

Tras la ruptura tenéis lo que queríais o necesitábais y con eso debe bastaros. Lo demás es no cumplir con vuestra palabra cuando les dijisteis:

“No os preocupéis por nada. En cuanto nos separemos, nunca más estaremos mal entre nosotros, por vosotros”.

Mentís a vuestros hijos si no cumplís vuestra palabra y seguís discutiendo entre vosotros y por ellos indefinidamente.

 

 

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Convivir EN PAREJA, “con o sin Papeles”

pareja¿Cómo son los nuevas parejas que duran más y mejor?

“Mientras el número de bodas cae y la cohabitación se extiende, el matrimonio se está convirtiendo en una decisión que exige una consciencia más libre, responsable y selectiva de lo que eran los matrimonios de antes”.

Desde hace tres décadas, en Estados Unidos, uno de cada dos matrimonios acaba en divorcio. Actualmente el Instituto Nacional del Censo en EE.UU nos dice que el matrimonio se está reconquistando como un modelo de vida social más estable y que se le identifica como una decisión mucho más allá de un acto social y transitorio en la vida de personas enamoradas.

Hoy nos vamos a centrar en hablar de la cohabitación como manera de vivir en pareja y de su uso, tan extendido actualmente.

  • La cohabitación o unión libre es el tipo de relación que establece una pareja cuando, sin estar casada por la Iglesia o por lo civil, sin tener intención definitiva de casarse, comparten el mismo domicilio y hogar.
  • Otra versión de esta convivencia sin papeles es la llamada unión libre “de hecho” que es aquella en la cual una pareja vive como matrimonio estable sin más plazos que “la vida misma”

“Según últimos datos, a pesar de que se casan menos parejas, las que se casan duran más en comparación con lo que ocurría en los años ochenta y noventa”.

La cohabitación se contempla como una forma de amarse bajo un mismo techo y está basada en la unión de dos cuerpos que se buscan porque se atraen. Que copulan por amor, y que, en la fuerza del subconsciente, en su unión libre y sin papeles, sienten la necesidad de auto-protegerse y de minimizar los posibles riesgos de fracasar juntos, los efectos de sus miedos individuales por algún aspecto de su vida pasada, presente o futura, como si estuvieran casados pero sin estarlo.

En estas uniones la pareja puede llegar a tener hijos o puede incluso asumir juntos hijos de otras uniones anteriores. Esto último no es lo más habitual ya que este tipo de uniones no dan tiempo ni lugar al nacimiento de hijos o al acoplamiento de otros hijos dentro de ella, por su corta duración.

 

La alta siniestralidad de estas uniones hace que sea raro que, en este tipo de vida, “sin papeles ni obligaciones legales en común”, lleguen a envejecer juntos. Por esto, según la edad de la pareja que cohabita, ambos terminan por elegir envejecer y morir en solitario .

Hay personas que pueden valorar esta forma de convivencia como su máxima y mejor expresión de amar al otro, donde su fidelidad está basada en compartir una vida mientras no se pierda “nuestro amor o el buen rollito”. Y con esta premisa conviven o dejan de convivir.

En realidad, compartir espacio y tiempo viviendo juntos sin ningún tipo de registro, condiciona también el presente y el futuro de una pareja. La diferencia es que cada uno conserva para sí la posibilidad de tirar la llave de su convivencia al río…

La diferencia entre la cohabitación, la unión libre de hecho y el matrimonio está en que, en la primera y la segunda, no existe un compromiso institucional civil o religioso (es una unión a prueba), mientras que en el matrimonio sí hay intención de permanecer viviendo así.

Hay una diferencia básica entre, por un lado, 2 personas que se aman y cohabitan con un compromiso personal y voluntario y, por otro lado, 2 personas que se aman y cohabitan también con un compromiso personal pero sin que esté basado en sus voluntades a través de un vínculo civil o religioso. Mientras que estos últimos serían 2 amantes o compañeros de piso, condicionados al tiempo, el espacio y a las circunstancias de manera individual, los primeros son algo más: 2 contrayentes con relaciones conyugales incondicionales.

“Las uniones libres de papeles son como dos cuerpos y dos almas cómplices entre sí, pero a la intemperie y a la merced de las inclemencias del tiempo”

“Las parejas casadas son dos cuerpos unidos a sus dos almas al abrigo de su vínculo”

Con todo, ambas uniones reclaman complicidad, cercanía y respeto mutuo. Esto es así porque en ambas formas de vivir en pareja se manifiestan necesidades afectivas como la necesidad de compartir amor, bienes y servicios.

Aunque todos sabemos que también existen parejas casadas o unidas que basan su convivencia en “un pacto de convivencia”, el matrimonio es una unión que minimiza el altísimo riesgo de caer en una convivencia por pura relación transaccional. Así se evita que se metalice el auténtico sentido del amor, siempre gratuito.

Otra de las diferencias importantes que existen entre cohabitación, unión libre o matrimonio es que en las dos primeras puede no estar presente el concepto de familia desde el principio o incluso se puede estar en contra de dicho concepto. En cambio, en las uniones matrimoniales el concepto de familia es casi consustancial a la palabra matrimonio, con independencia de los hijos o no hijos que terminen naciendo en esta unión.

“Un matrimonio es en sí mismo una familia desde el mismo momento en el que finaliza su ceremonia matrimonial y comienzan su nueva vida de casados”

El vínculo civil o religioso lleva a las parejas a sentirse familia y es sobre este vínculo donde continúa madurando el amor entre los dos. Su vínculo va más allá de la suma de dos personas que cohabitan.

Los conceptos matrimonio y familia han sufrido un gran debilitamiento jurídico y social, a pesar de que se trata de conceptos que en sí mismos y en cualquier cultura o código civil dan lugar a una estabilidad personal y social.

En un vínculo matrimonial:

“La suma de las partes es mucho más que las partes individuales. Y cada una de las partes es también mucho más que la suma de las dos partes.”

Estas dos afirmaciones retroalimentan el sentido del vínculo matrimonial y las diferentes formas de vivir en pareja. La convivencia de las partes va a depender en gran medida de la formación, experiencias previas y expectativas futuras que pueden tener cada una de las personas enamoradas y que conviven en pareja. En consecuencia, el hecho de casarse o no casarse a la hora de decidir vivir juntos nos lleva a la siguiente conclusión:

“No todo el mundo está preparado para casarse, sentirse familia o tener familia”

De hecho, las personas con un perfil narcisista o egoísta o las personas con una mala experiencia anterior o una ruptura matrimonial compleja y difícil de sus propios padres, pueden no estar listas ni para cohabitar ni tampoco para compartir un proyecto común de convivencia sobre una estructura de compromiso tanto horizontal (pareja) como vertical (hijos).

La cohabitación, elegida como una forma de convivencia libre, se caracteriza por su inestabilidad y por la falta de compromiso de la pareja entre sí, ante la sociedad y frente a los hijos que puedan llegar a tener.

Cuando uno toma la decisión de unirse para cohabitar sin más vinculación, uno está comprometiendo su supervivencia en común con otro, sin hacer lo mismo con el amor. El amor les tiene a ambos debilitados, como a cualquier pareja de enamorados. Sin embargo, en su caso, la subjetividad de las emociones es meramente individual, no es común. Al no haber un vínculo explícito o implícito entre ambos, cualquier de ellos puede sentir la sensación de que está hipotecando su presente y su futuro. Desean tener una relación de eternidad sin más vínculo que su voluntad, sin más garantías de ser amado para siempre.

En cuanto a los posibles beneficios de estar casados, uno de ellos es que ambos se entregan corporalmente por amor en un mismo espacio vital, con una total entrega de su biografía y su intimidad. Con una emotividad complementaria y un futuro que se presupone más estable ya que ambos creen en la indisolubilidad de su unión. De este modo, gracias a este punto de partida común, son capaces de conciliar mejor sus decisiones pues lo hacen a la luz de un compromiso matrimonial mutuo.

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Las uniones libres son una forma de “probar la convivencia en común” y, como es lógico, también son muchas menos las parejas que, después de convivir, se casan. Por el contrario, son muchas las parejas que deciden casarse sin haber convivido antes. Esto sucede así porque algunas parejas a prueba no han superado el ensayo sentimental al que se prestaron libremente.

El pacto del que gozan las uniones libres de papeles se caracteriza sobre todo porque lleva incorporado de un modo esencial el poder dejarlo en cuanto no funcione para uno de los dos o los dos, ya sea por causas endógenas dentro de la pareja (depresión, embarazo) o por causas exógenas (alcohol, falta de trabajo, falta de salud…).

Es verdad que las parejas que se han casado no están libres de ninguna de estas circunstancias, pero en estos casos la fuerza de su vínculo hace que, ante las diferencias, tiendan a unirse más que las que no están casadas. En su caso, los problemas les pueden llevar a culpabilizar al otro y a sentir que la otra persona no es válida para casarse por sus propios problemas o por los problemas que generan juntos.

Que “te dejen” después de una unión libre hace que te puedas sentir igual que cuando “te divorcian”. La diferencia no es emocional, sino burocrática ya que no tienes que firmar papeles; solo tienen que cambiar de domicilio, repartirse las cosas, despedirse de las familias de origen o amigos comunes y poco más.

En estas circunstancias ambos o, al menos uno de los dos, vivirán un desgarro afectivo importante y una necesidad imperiosa de comenzar una nueva vida y desapegarse de lo vivido hasta ese momento.

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Igual que en la unión matrimonial, el tiempo que dura la cohabitación es directamente proporcional al daño que les produce a ambos la ruptura. El hecho de haber convivido sin haberse casado y sin papeles no suele minimizar los daños emocionales de la ruptura.

Cuando una pareja decide pasar a vivir en común, lo hace no solo porque se atraen y se aman, sino porque también es su opción más económica. De ahí que al romper se produzca también, como entre los casados, un importante empobrecimiento económico y afectivo.

En definitiva, la cohabitación tendrá ventajas para los que no desean, no quieren o no pueden tener un vínculo más estrecho y/o comprometido. Pero, a la hora de dejar de convivir juntos, la situación que se genera tiene los mismos daños afectivos y emocionales que se producen que en la ruptura de un vínculo incondicional y atemporal.

“Los enamorados sin papeles aman sin límite en su unión, pero también sufren sin límite en su rupturas”,

Humanamente no hay más ventajas en la unión libre que en la unión matrimonial, porque tanto el daño económico como la aceptación del fracaso es casi el mismo.

La única diferencia de origen en cuanto a cómo vivir juntos reside en creer o no creer en el valor de un vínculo lo cual lleva implícito el creer o no en el amor para siempre y en su indisolubilidad.

Cuando, desde el “no compromiso”, el corazón deja de latir por el amor al otro, se produce un infarto igual de doloroso que el de los que tienen un amor incondicional y comprometido tanto civil como religioso.

Todos tenemos papeles para pagar un alquiler, comprar un coche, alquilar una casa, reservar un billete de avión, comprar una medicina con receta, ir a recoger un abrigo a la tintorería. Sin duda, los papeles son parte de nuestra vida y constituyen una forma segura de vivir.

De un modo parecido, los papeles que tenemos por amor te dan seguridad y fuerzas sentimentales suficientes como para renovar día a día el propio querer hacia aquel a quien elegiste y sin menoscabo de tu libertad.

“¿Por qué allí, en las uniones libres, donde en principio se ama incondicionalmente, se quiere vivir de manera temporal y evitando comprometerse con una firma en el amor al otro?”

CINCO conclusiones sobre este estudio diferencial entre la cohabitación y la unión matrimonial:

      1. Las personas tienen que concienciarse más del compromiso que supone el casarse y reconocerse preparadas o no para llevarlo a cabo.
      2. No dejarse llevar por la idea de que la unión libre tiene todas las ventajas y ninguno de los inconvenientes que parece que tiene la unión matrimonial. Más bien al contrario: en cualquiera de los dos tipos de uniones se dan consecuencias afectivas similares.
      3. Informarse y formarse en profundidad sobre lo que significa el concepto de matrimonio y de familia, por encima de lo que dice la calle, si quieres formar una familia.
      4. Querer “sentirnos familia” desde el principio es el mejor aliciente para seguir juntos a pesar de las dificultades en nuestro matrimonio y para no separarnos por motivos individuales.
      5. Tener claro que ni la decisión de casarse ni las posibilidades de éxito o de fracaso en el matrimonio estén determinadas por ventajas transaccionales o económicas.

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Sara Pérez-Tomé

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La revolución de la longevidad

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A lo largo del último siglo ha habido muchos tipos revoluciones, pero quizás ninguna ha sido tan significativa como la revolución de la longevidad. Hoy en día vivimos un promedio de 34 años más que nuestros bisabuelos. Esto significa que tenemos una segunda vida como adultos, que se ha solapado con la que antes estábamos acostumbrados a vivir.

Actualmente tenemos un problema de adaptación demográfica y social. En nuestra cultura todavía no hemos aceptado lo que esto significa para todos nosotros. Tampoco sabemos la trascendencia real del por qué a la vista de los avances tecnológico-científicos, no nos hemos preparado suficientemente para este nuevo paradigma social.

“La nueva vejez forma parte de una nueva realidad bastante desconocida”

Todos nacemos frágiles, dependientes de los adultos, y tardamos mucho en valernos por nosotros mismos y en tener inteligencia consciente de ser los protagonistas de nuestra vida.

Con el paso de los años y hacia la mitad de nuestra vida, somos el proyecto de persona más completo que podemos alcanzar a ser, y contamos con la idea de que, después de subir a esa cima, empezaremos irrevocablemente a bajar hasta el valle de la vejez y la inactividad adulta.

Sin embargo, hoy en día, hay muchas opiniones de peso de psicólogos, filósofos, artistas, médicos y científicos, que no ven a las personas de más de 60 años con esta perspectiva de vida catastrofista.

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Actualmente esta edad puede tener un significado propio. No es un volver ni a la infancia ni a la adolescencia, ni tampoco se trata de perpetuarse en la vida de la edad madura.

Hasta hace relativamente poco, el envejecimiento era una curva ascendente que, después de haber llegado hasta el punto más álgido de nuestra existencia, empezaba poco a poco a descender, casi hasta los niveles de actividad de la infancia.

La clave está en saber utilizar de manera adecuada este nuevo tiempo que nos regala la evolución de la humanidad. Le hemos ganado años a la vida, pero esto por sí mismo no es suficiente. Tenemos que ganarle a la vida años de calidad en el último tercio de vida.

A este tiempo podemos llamarle la edad de las personas Super Senior, que han llegado hasta aquí como una parte del fruto de la selección natural que rige nuestro planeta.

 

“Solo llegan a Super Senior en gran medida, no los aparentemente más fuertes, sino los más sanos y más flexibles en adaptarse al entorno que les rodea.”

El envejecimiento natural es como ese tipo de confianza que adquirimos cuando se sube una escalera. Ese tiempo en el que vamos subiendo escalón a escalón hasta llegar arriba, es un tiempo de aprendizaje, experiencia y madurez que nos dará la sabiduría, integridad y autenticidad para la vida.

De todas formas, ni todos somos iguales ni tenemos todos los mismos talentos. Por esto, debemos mirar cada ascenso personal como una capacidad a desarrollar en cada uno. En efecto, la actitud y el talante formarán parte del desarrollo de los talentos que nos esperan en nuestra edad dorada.

Ya no hay pretexto que nos limite por la edad a hacer o no hacer más cosas. Cada uno de nosotros somos los que nos limitamos cuando nos conformamos con tener más o menos aspiraciones.

Desarrollar todas nuestras potencias antes de los 50 y para ir luego “maquinando” bastante más fácil que lo logrado a los 30 años. A partir de los 60 años uno tiene menos cargas familiares directas, menos estrés y más experiencia de la vida. Todo esto nos convierte en veteranos en cuanto a la gestión del tiempo, evitando el estrés y la ansiedad.

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De manera casi automática, cuando uno envejece es capaz de ver más ágilmente lo que nos une con los demás que lo que nos separa. También somos capaces de distinguir mucho mejor entre lo que pertenece a nuestra responsabilidad y aquello que es responsabilidad de otros. Esto nos hace sentirnos mucho más felices que los de la anterior generación con la que compartimos la vida.

La juventud no es solo la ausencia de canas y arrugas pues hay gente joven que tiene un corazón canoso y arrugado, que no se corresponde con su edad biológica.

Picasso dijo una vez: “Se necesita mucho tiempo para llegar a ser joven“.

Ahora bien, tampoco debemos idealizar el envejecimiento. De entrada, no tenemos la garantía de que sea un tiempo para disfrutar y desarrollarse personalmente. El poder conseguirlo es en parte suerte y en gran parte, genética.

No siempre la debilitación física de la persona conlleva un deterioro mental. La concentración de energía hacia un objetivo puede llevar a un crecimiento creativo y constructivo como no teníamos antes.

Cuando uno llega a una edad donde se tiene más pasado que futuro, ese es precisamente el momento de repasar quienes fuimos durante el primero y segundo tercio de la vida y poder tomar la decisión de subirnos al trampolín de nuestra propia biografía y saltar hasta donde más lejos queramos y podamos llegar, porque esta última etapa es un “ahora o nunca”; ya no queda tiempo para pretextos que justifiquen dejar de hacer todo lo que todavía te queda por hacer…

Todos somos en parte lo que desde que nacimos hicieron con nosotros, lo que hemos visto hacer y lo que hemos vivido. Es aquí donde está realmente nuestro verdadero éxito: en llegar al último tercio de la vida sabiendo quiénes somos y qué personas, cosas o circunstancias quiero o no quiero tener presente en lo que me quede de vida.

Es muy interesante considerar el último tercio de la vida como un tiempo en el que poder descubrir por uno mismo que muchas cosas que creía que ocurrieron por mi culpa, realmente no tenían nada que ver conmigo, y que he vivido muchos años pensando que sí…

Si nos liberamos de una culpa falsamente construida, podemos ser capaces de perdonarnos y perdonar a los demás. Si nos liberamos de una parte de nuestro pasado, podremos cambiar nuestra relación con el entorno y con los demás.

Gracias a la plasticidad de nuestro cerebro, podemos ser más positivos en relación con nuestro pasado y tener una vida mucho más saludable que la vivida hasta este momento.

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En el caso de las mujeres encontramos un buen ejemplo. Cuando nacemos, tenemos una fuerza interior que, en muchos casos, nos hace parecer muy fuertes y luchadoras. Sin embargo, con demasiada frecuencia, durante la adolescencia el mundo nos convence de que es importante que, para salir adelante y tener éxito en la vida, además de poder ser libres y de tener determinada formación académica, tenemos que conseguir ser reconocidas, aceptadas y validadas por una gran mayoría silenciosa. El gran peligro de la mujer está en entrar en esa dinámica, ya que es entonces cuando caemos en el error de convertimos en sujetos y objetos de la vida de otras personas y actores secundarios de nuestra propia vida.

Es muy importante que las mujeres, que hayan llegado a este último tercio de su vida, se hagan también una “revisión de vida” pues todavía podemos estar a tiempo de conseguir cambiar el anterior punto de partida y empezar a reconocernos diferentes respecto del guión marcado por los demás, por primera vez.

Las mujeres mayores representan la mayor población mundial. Por esto, la preocupación por el mundo debería traducirse en la preocupación por la mujer.

Si pudiéramos cambiar la tendencia de cómo se sigue percibiendo a la mujer que alcanza los 50 años, entonces sería posible que surgiera una nueva redefinición de la mujer. Esto supone un gran cambio cultural y social que, seguro, puede revertir en los hombres de su misma etapa y en las generaciones más jóvenes. De este modo, con la nueva forma de testimoniar, todos los jóvenes podrían repensar sus propias vidas, mucho antes de cumplir los 50 años.

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Este post se lo dedico a una mujer muy en especial y a todos aquellos hombres y mujeres que antes de los 50 años han sido capaces de generar un cambio revolucionario en su vida.

 

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¿Por qué llorar y oír bien, son tan importantes desde que nacemos?

Todos necesitamos “arrancar a llorar” desde nuestro nacimiento y a lo largo de la vida. También necesitamos “oír bien” para empezar a sentir el mundo al que llegamos a vivir y ser felices. 

“Son los dos sentidos más primarios y que más necesitamos desarrollar desde nuestro nacimiento para irnos desarrollándonos como personas en el mundo”.

Cualquier carencia en el poder oír bien y poder llorar, nos impide vivir de manera sana y equilibrada sin estar aislados de nuestro entorno.

Según vamos creciendo, todo lo que NO oímos nos parece que NO existe y, por tanto, nuestro corazón no lo procesa.

Si nuestra audición es pobre también lo será nuestra imaginación, salvo casos tan excepcionales como el del compositor de música Beethoven.

Todos los estímulos auditivos son una forma más de comunicarnos con personas próximas o lejanas, pudiendo mantener una conversación sin malos entendidos y  con un diálogo fluido.

Los sonidos directos o del contacto con la naturaleza -el sonido de la lluvia, el canto de los pájaros o el ruido de las olas-  nos influyen muy positivamente en nuestro desarrollo personal.

Un niño sordo de nacimiento o una persona que ha perdido paulatinamente la capacidad de oír, son personas que se encuentran no solo física, sino también afectivamente muy limitadas lo cual influye además en el desarrollo de su naturaleza social. Para estas personas salir adelante es posible pero no es fácil:

 

HOMBRES Y MUJERES SORDOS Y FAMOSOS

 

Si en tus manos esta poner remedio a este cruel aislamiento silencioso que te hace sufrir en soledad… debes poner los medios científicos y terapéuticos que sean necesarios para poner sonido a tu vida de manera plena.

Todos nacemos y lloramos como prueba de vida. Sin lugar a dudas, al menos una vez en nuestra vida todos hemos llorado: al nacer.

Llorar no es un símbolo de debilidad o flaqueza. Hay prejuicios culturales y sexistas que nos educan diciéndonos que:

“Los hombres no lloran, tienen que pelear” “no seas llorica como una niña”.

Por el contrario, nosotros diríamos que:

“Se llora por lo bueno y también por lo malo, porque las lágrimas forman parte de nuestros buenos y los malos momentos. Llorar es compatible con la emoción de reír”

Llorar es salud física y también emocional. Es una forma no verbal de transmitir  nuestros sentimientos a los demás o hablar con nosotros mismos y en intimidad.

llorar

El llorar está tan unido a nuestros sentimientos y a las sanas relaciones con los demás que la composición de nuestras lágrimas es diferente dependiendo del porqué se producen.

El ser humano es el único ser vivo que es capaz de llorar por el dolor y también por todo tipo de motivos emocionales. Las lágrimas nos hace auténticamente humanos.

Cuando se habla de “las lágrimas de cocodrilo”, se trata solo de un puro acto reflejo. No es un acto inteligente y emocional como el que existe en las lágrimas del ser humano.

 

El mecanismo que nos hace llorar es altamente complejo y se implican en esta reacción humana el sistema nervioso junto con al ritmo cardiaco, y la liberación de las emociones a través del sistema hormonal.

Por esto, cuando se reprime de manera voluntaria o involuntaria este acto tan inteligente y liberador, nos impide expresar cómo nos sentimos y ser quien somos.

 

Cuando somos bebes y lloramos, estamos informando a nuestros cuidadores de forma no verbal sobre algo no va bien. Podemos tener hambre o problemas digestivos; sentimientos de pérdida o abandono o impotencia… Cualquiera de estos motivos son lo suficientemente graves como para que el niño tenga que hacer uso de este lenguaje no verbal,  como otra forma de hablar y pedirnos atención o ayuda.

Cuando lloramos por algo bonito o bueno, podría decirse que estamos llorando de felicidad. Sin embargo, no todos los investigadores están de acuerdo en esto. Mientras unos piensan así, otros piensan que las lágrimas son fruto de recuerdos y pérdidas, o  también fruto de un esfuerzo muy grande con el que hemos logrado algún éxito.

 

Con todo, las lágrimas no dejan de ser expresión libre de nuestra persona.

 

 

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El amor tiende a unir a los que se aman libremente

amor

Hay gente que todavía piensa que solo quieres si te quieren y que eres libre si vives en libertad.

Se puede querer sin haber casi rozado el cariño y puedes amar la libertad desde la celda más oscura de una prisión.

El hombre está hecho para amar contra los elementos humanos y materiales. Las personas nos resistimos a vivir sin amar y sin querer a alguien. Es casi imposible evitar esta tendencia que nace de nuestro corazón.

 

El amor tiende a unir siempre a los que se aman de verdad.

Este poema es el de una persona que después un largo tiempo de terapia de autoconocimiento, descubrió por si misma donde está el amor verdadero y como se puede querer sin miedo a conseguirlo y sin resistirse a dar amor.

Son los pensamientos de alguien que ama sin límites después de descubrir la capacidad y la fuerza que nos da el amor entre los hombres:

“Te quiero”, frase tan bella y tan mal usada
al igual que tan deseada de ser escuchada.
Cuando era niña, adolescente e incluso adulta,
no sólo el “te quiero” sino el “ser querida”
era mi deseo más anhelado.
Pero querer, querer, querer, qué difícil es!!!!!
Es un no herir sensibilidades, comprender, escuchar.
Es un no juzgar, ser fiel, comprender.
Para mí esto es querer y me quedo corta.
Darlo todo por el otro,
hasta el punto del olvido de sí mismo,
en el que el uno y el otro se conforman en uno mismo.
También he comprendido que el querer tiene variantes,
no todo el mundo puede querer sin fin
y también hay que aceptarlo así.
Ese te quiero, que te transporta a entregarlo todo por el otro, también puede ser muy doloroso.
También hay momentos en que la vida sopla en contra,
 y puede ser la voz sosegada de una amiga  la que te anima
a continuar la travesía de la vida.
Querer es saber decir perdón al igual que saber perdonar.
Querer, querer, querer, es tan amplio el concepto
pero más grande  dilatar el corazón para ello.
Puedo decir que sobre el querer soy todavía una ignorante.
Se necesita mucha generosidad para dilatar el corazón con magnanimidad.
Querer, querer, querer qué GRANDE ES!!!
Autor:L.I.

 

No esperes a llegar al final de tu vida para darte cuenta que no has amado todo lo que podías y no has dicho te quiero de la manera que sabes y quieres a todo el mundo que sientes amor por ella.

No llegues al final de tu vida sin haber arriesgado con suficientes  “te quiero y “te amo” a quien lo esté esperando de ti.

 

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CRECER con o SIN HERMANOS

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Perdonar que comience este post con una experiencia muy personal: Somos una familia con 9 hijos nacidos entre los años 80 y 94.

Nuestro modelo de familia era tan criticado o ridiculizado como lo era también el  modelo de las familias que tenían un solo hijo.

Tantas veces nos han preguntado ¿Vas a tener otro más? Curiosamente era también la misma pregunta que les hacían a los que solo tenían un hijo.

Tener hijos y dar hermanos a tus hijos es, en cierta medida, una forma de hipotecar tu vida afectiva, emocional, familiar y personal  como padre y madre de familia con una responsabilidad de por vida.

Demográficamente hablando, y según los últimos datos estadísticos del crecimiento de la población, es evidente que hay muchos niños que crecen sin hermanos. Estos se criarán sin desarrollar y experimentar la experiencia vital de crecer con hermanos.

 

Los niños que tienen hermanos viven una relación vital que nunca se acaba y que tienen que trabajarla toda la vida.  Porque un hermano es un amigo para siempre que te regalaron tus padres y lo mejor que puedes hacer es aceptarlo e incorporarlo a tu vida.

Cuando tomas conciencia de que tienes uno o más hermanos, tendrás -con él o ellos- recuerdos de infancia materiales o sentimentales. Esos recuerdos llegan a ser muy trascendentes para cada uno como persona. Porque este vínculo de filiación nos estructura interiormente en tu futura forma de vivir acompañado o en solitario.

crecer con o sin hermanos

 

Los niños que no tienen hermanos crecen rodeados de muchos apoyos humanos, materiales  y técnicos. Estos son habitualmente dados por personas adultas que mantienen con él una relación de protección vertical (sus padre, su madre, su cuidadora, su profesor/a, su médico, sus tíos, sus abuelos). Este tipo de relación vertical no siendo en sí misma negativa si puede llegar a serlo cuando en tu vida infantil o adolescente solo recibes ayudas de este tipo de relación y no conoces casi nada o al menos con la misma intensidad la de otras primeras relaciones entre iguales (primos, compañeros, vecinos…).

Todos los adultos que cuidan y quieren a los niños con o sin hermanos, son personas que ven al niño desde arriba mientras crece. Y cuando son niños sin hermanos se desarrolla en los adultos que los cuidan, una sobreprotección más intensa que en los niños con hermanos. Esto termina por aislar al niño de todo peligro o riesgo, y así el niño crece sin el roce de otros hermanos o iguales.

Los niños sin hermanos mientras crecen, no pueden dar ni recibir cariño y protección de otro de igual a igual, como si sería posible de manera natural con su hermano.

La relación entre hermanos no puede ser sustituida por cualquier otra relación humana entre iguales. Puede ser simulada pero nunca sustituida.

 

“Es un hecho que la relación y el sentimiento de sentirte o saberte hermano de… no existe en la vida de un hijo único.”

Con el paso del tiempo también el hijo que crece sin hermanos y bajo la protección de sus padres. Cuando sus padres envejezcan se encontrará solo ante unos padres a los que también le tocará  cuidar y proteger. Pero eso sí, en solitario,  como en su día lo hicieron sus padres con él mientras crecía.

 

“Antes eran dos los que decidían sobre su único hijo, y ahora será uno el que decida en solitario sobre sus dos padres”

crecer con o sin hermanos

Unos padres con un hijo y sin hermanos tienen que tomar conciencia de que deberán cuidar no solo la salud física y psicológica de su hijo. Además deberán forzar a desarrollar desde el principio habilidades sociales y actitudes independientes para su vida futura. Por ejemplo: aprender a esperar a los demás, aprender a escuchar a los otros, dedicar tiempo y esfuerzo a los demás y no solo para uno mismo, saber gestionar los conflictos y las confrontaciones con otros sin tomarse como algo personal, las diferencias sino asumiendo que cualquier otra opinión es siempre una relación interpersonal.

 

“Igual que no es lo mismo tener o no tener hermanos, tampoco es lo mismo tener un hermano, que tener un amigo aunque a veces se tengan amigos que son como hermanos”.

Me gustaría poner varios ejemplos cotidianos que pueden hacer más fácil tener en cuenta las diferencias de trato entre un hermano y un amigo y un conocido:

  • NO es lo mismo compartir  cuarto y ropa con hermano/s, que prestar ropa a un amigo, o a quien lo necesite.
  • NO es lo mismo compartir una croqueta  o un postre con tu hermano/s,  que invitar a comer a tu amigo o dar de comer a quién necesite alimento.
  • NO es lo mismo compartir un coche con tu hermano que dejar tu coche al amigo que lo necesita, que prestárselo a un desconocido.

Es evidente que no son lo mismo estas diferentes formas de compartir en la vida, modos diferentes de compartir la vida, pero no son incompatibles sino perfectamente superponibles.

Pero lo que sí está claro es que compartir con alguien conocido o desconocido lo puede hacer cualquiera pero compartir con un hermano solo puede hacerlo el que tiene un hermano y que esta forma de compartir no es sustituible por otra relación.

 

Quiero dejar bien claro que existen demasiadas etiquetas sociales negativas hacia las familias con muchos hermanos o hacia las familias con un solo hijo.

 

crecer con o sin hermanos

Si queremos crecer en tolerancia y comprensión deberíamos saber que nunca debiéramos caer en el juicio crítico hacia otra familia. Simplemente porque no conocemos los motivos íntimos por los que están viviendo con o sin hermanos.

 

Todo lo que se dice negativo tanto de los padres como de un hijo único son criticas habitualmente muy dañinas para este modelo de familia.

  • Se les llama egoístas tanto a los padres como a los hijos.
  • Se les llama a los padres débiles y a los hijos maleducados.
  • Se les tacha a los padres de hijos únicos de seres insociables o solitarios.

Es mejor pensar que padres e hijos egoístas, mal educados o solitarios hay en todas las familias. Eso revela que no se ha cuidado en valores la crianza de lo hijos. Ya sean 1, 2 o 9 los hijos que formen cada familia.

En esto creo que estamos mejorando nuestra convivencia. Ahora es común pensar que si juzgas o preguntas inquisitivamente sobre la maternidad y fertilidad ajena, lo normal es notar que te estás equivocando. Además, quedarás socialmente fuera de lugar y en algunos casos puedes quedar como una persona impertinente, si se te ocurre decir frases como:

 

¿Solo tenéis uno? ¿No le vais a dar un hermanito? ¿No os da pena que se quede solo?

Y sobre todo, puedes estar produciendo mucho dolor en aquellas personas que ante una familia con un solo hijo, lo que necesitan de ti es más acompañamiento que preguntas y respuestas inoportunas.

 

crecer con o sin hermanos

 

Los padres que tienen más de un hijo, saben que, si en momentos de la vida se pelean los hermanos, suele ser circunstancial.

 

 

 

“Los padres que antes de ser padres, han tenido hermanos saben que el vínculo de la hermandad o fraternidad es más fuerte que el de la sola amistad”.

Los lazos de sangre se suelen volver a encontrar aunque tengas hermanos con personalidades difícilmente compatibles entre sí. Pero que esas diferencias de personalidad, salvo en casos extremos,  lejos de ser un problema puede ser un reto y un entrenamiento para aprender a vivir. Siempre desde el respeto a la diversidad, con los que piensan, viven y actúan de manera diferente.

Si queremos hacer un mundo mejor, y en el caso de las familias que solo tienen un hijo, es bueno que tengamos en cuenta que:

  • Si tu hijo es más creativo en solitario, intenta buscarle actividades extraescolares y lúdicas en grupo.
  • Si tu hijo va a disponer de más recursos económicos de lo habitual en una familia, procura no crearle necesidades innecesarias o permitirle continuos caprichos.
  • Si tu hijo es perfeccionista y algo obsesivo con el orden de sus cosas, procura no ejercerle demasiado para que no acabe siendo “el niño orquesta ideal”.
  • Si tu hijo vive habitualmente rodeado de adultos, intenta que su lenguaje no sea demasiado precoz y poco inocente. Dale espacios de experiencias vivas infantiles.

Tener un solo hijo no es un experimento con un final feliz, es todo un trabajo de dedicación humana, psicológica y espiritual que debemos asumir con mucha responsabilidad y sin que los prejuicios internos y externos condicionen a toda la familia.

El número de hijos ideal no existe. Porque el número de hijos no es un condicionante para educar bien a los hijos.

 

crecer con o sin hermanos

 

Educar bien a cada hijo es la mejor causa que los padres asumen con único el objetivo:

A los hijos hay que educarlos bien, pero nunca para la satisfacción de sus padres, sino para proyectarlos maduros y autónomos hacia el mundo que les toque vivir.

 

“De nada nos serviría tener 9 hijos o 1, si no los vas a cuidar con cabeza, cuerpo y corazón.”

 

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1 actitud y 6 alternativas para dejar de sufrir

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“El adicto al sufrimiento no puede o no sabe ni amar ni soñar”.

La gente feliz tiene problemas muy similares a los de los demás. Pero hay personas que han sufrido en exceso o al límite de sus capacidades y recursos hasta ser personas que piensan que la es siempre dura y no está llena para todos de altos y bajos.

Las personas que son víctimas de sí mismos y de sus propias circunstancias. viven sin la mínima capacidad de poder tener expectativas buenas o una  lista de sueños por cumplir. No son capaces de querer guardar y atesorar en su memoria una lista de sus sueños ya cumplidos, como hacen las personas no adictas al sufrimiento.

Las personas sufrientes, no pueden vivir, sin dejar de resentir el dolor psicológico de su pasado doloroso.  Por eso rechazan o no son capaces de ver todo lo positivo ya alcanzado o por alcanzar.

 

 

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Descubre que lo positivo te da fuerza y lo negativo te debilita y te quita la paz interior”.

 

Cuando con el paso de los años coleccionas en tu memoria demasiadas personas que te han decepcionado también puedes quedarte enganchado al sufrimiento de la deslealtad. En respuesta, ya no te fías de nadie nada más que de ti mismo, hasta convertirte en una persona que vive sospechando permanentemente.

 

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Haz nuevos amigos y cuida mejor los que ya tienes”.

 

El adicto al sufrimiento piensa que la vida ha sido tan dura para él. Desde su infancia que vive con miedo a que en cualquier momento o en un futuro inmediato le pueda pasar algo malo. Por eso los imprevistos siempre le parecen la antesala de un posible drama y es incapaz de gestionar las emociones que le producen el miedo a sufrir.

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Por sentido común piensa que en las contradicciones siempre hay una botella medio llena y no siempre medio vacía.”

 

Cuando vives muriendo dos veces al día para poder sentirte vivo no ves en el futuro posibles desafíos o retos interesantes sino siempre solo veras inevitables desgracias con fechas, nombres y apellidos. Ten cuidado con no tener tantos detalles de un futuro impredecible.

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Cuenta con los fracasos como una parte más de la vida y no como el final de un camino, y así no te sentirás siempre culpable de tus fracasos”.

 

La persona adicta al sufrimiento vive instalado en una eterna queja y  por supuesto sin nada que agradecer, ya que su propia negatividad le impide vivir  y ver el lado bueno de las cosas que nos pasan.

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Deja de confiar en la buena o en la mala suerte, y empieza a confiar en tus capacidades reales ante la vida”.

 

Si eres adicto al sufrimiento, estarás demasiado ocupado en opinar sobre los problemas ajenos en vez de preocuparte de resolver los tuyos. La buena o la mala suerte son tu brújula de orientación. Tu hiper-sufrimiento te ha dejado tu vida sin contenido propio y sufres hasta por cosas que son de la vida de los demás.

    1. Alternativa para ser más feliz:

“Dejar de pensar que el estar alegre habitualmente, no es algo frívolo ni superficial y deja de estar enfocándote sobre las preocupaciones propias y ajenas.”

Actitud básica para sufrir menos y ser más felices:

Debemos entender bien lo que significa amar y no pensar que amar es poseer o controlar  una idea, persona o circunstancia.

Para enamorarse de la vida y amarla en todas sus dimensiones debemos reflexionar mucho más sobre lo que quiero o no quiero hacer, contemplar y visualizar con frecuencia. Tenemos que saber hacia donde quiero ir yo en mi vida y poder desconectar y dejar en segundo plano hacia donde quieren ir los demás.

“Amar y ser feliz al mismo tiempo, es enamorarse de la vida con sus alegrías y sus penas pero vida al fin y al cabo, ya que la vida siempre merece la pena ser vivida.”

 

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¿Te has casado con una persona narcisista?

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¿Te has casado con una persona narcisista?

“Lo importante por descubrir en una persona narcisista no es lo que ves de ella sino lo que oculta y no dejará nunca que le descubras”

Mi experiencia en terapia es que detrás de un alto porcentaje de parejas con problemas de convivencia o de entendimiento hay una víctima casada con una persona narcisista.

Cuando uno se engancha y se enamora de una persona con un perfil narcisista es muy difícil ser capaz de ver su enganche personal y el peligro que le puede conllevar esta relación para el resto de su vida.

Lo habitual es que la persona narcisista esté integrada socialmente y con un aparente éxito social. Normalmente las personas que se enamoran de un narcisista son personas vulnerables o heridas en su infancia que encuentran en la fuerza del narcisista, la fuerza que a ellos les falta para vivir de manera autónoma y seguros de sí mismos.

Ambos entran a formar parte de un juego peligroso como si de un espejismo se tratara y donde la persona que se ha enamorado del narcisista está convencida de que tal persona:

• Es la persona que mejor me entiende.
• Es mi “alma gemela” y con ella nada temo.
• Es la persona que más me conoce y mejor sabe lo que más me conviene.
• Es la primera persona que me ha demostrado que está siempre pensando en mí.

Una pareja donde uno de los dos es narcisista, es aquella donde uno de ellos es incapaz de realizar gestiones básicas por miedo a ser criticado o bien aceptado por el otro y que sin embargo es capaz de llegar a adaptarse con gusto a los mandatos o imposiciones aleatorias de su pareja con tal de que haya paz.

Este tipo de amor no es un amor equilibrado y lo  que define a la víctima del narcisista es que termina por estar siempre  “Comprando paz a precio de ruina” y esta compra puede llevarte  a lo largo del tiempo al mayor colapso emocional que puedas llegar a sentir a medio o largo plazo.

El colapso emocional se produce porque día a día la víctima esta vendiendo sus criterios personales y opiniones más personales e íntimas a un coste muy inferior al precio real de lo que vale su autoestima.

Y además mientras la persona se malvende para obtener paz, la persona narcisista nunca piensa que se equivoca y además necesita creer que su inteligencia debe ser reconocida de manera permanente a base de conflictos pequeños, medianos o grandes. Lo que haga falta hasta que el otro ceda en su resistencia por mantener la paz.

Aparentemente la persona narcisista va buscando ayudar al otro, pero en el fondo lo hace para alimentar su ego a cambio de la sumisión de su cónyuge a través de elogios continuos hacia ella, con tal de que no se enfade otra vez.

La persona narcisista se cree muy buena persona, pero lo cierto es que lo que es, es un destructor de los sentimientos de toda aquella persona que le hace sombra o hacia aquella persona que parece que le obliga a tener justificarse en todo lo que hace.

Los narcisistas no suelen ser una persona muy laboriosas pero sí que son grandes soñadores de proyectos donde poder gastar un dinero principalmente ajeno y que con sus grandes proyectos están justificado tener que ser ellos los que mandan sobre los demás. Porque son ellos y solo ellos, los que mejor saben cómo sacar adelante cualquier idea propia ya sea familiar, personal o laboral.

En sus proyectos siempre juega a ganar porque ocurra lo que ocurra siempre pueden decir que no se hicieron las cosas realmente como ellos sabían  que había que hacerlas, o se fracasó porque no les hicieron suficiente caso…

Cuando se les acaban los argumentos en los que poder seguir echando la culpa a sus parejas, hijos o amigos abandonará impunemente su proyecto (viajes, casas, fiestas, negocios…) y casi de manera automática comenzarán de nuevo a atrapar a personas con otra idea nueva y genial.

La persona narcisista parece una persona segura de sí misma y con capacidad de decisión, y sin embargo es una persona errática, desagradecida e inconformista con todo aquello que no se adapte a su persona.

El perfil de persona narcisista no es empática, no puede perder el tiempo en entender a los demás. Por consiguiente no se le da bien el sentido del humor, pero intenta esforzarse en hacerse una persona graciosa cuando sabe que en su cónyuge  el buen humor si puede funcionar. Pero nunca aceptará con agrado que otros hagan chistes sobre su conducta o sus ideas.

El narcisista es una persona muy interesada por la fama y el buen trabajo de los demás. Por lo tanto gran parte de su tiempo se estará proyectando en las redes sociales buscando maneras de encontrar reconocimientos, admiraciones y agradecimientos a su persona pero a nivel sentimental o familiar se le suelen olvidar las fechas importantes a no ser que dichos eventos le sirvan para conseguir o recuperar el control del otro.

Normalmente cuando prepara fiestas o eventos parece que son a la medida de los gustos de su pareja o hijos pero en realidad son a la medida de lo que a esta persona le gustaría que sucediese. Las fiestas de los demás son el capricho de sus propios deseos.

El narcisista lleva mal una relación de pareja pero también lleva mal la relación con todos aquellos a los que no consigue controlar. Utiliza el rencor y/o pasar desapercibido aparentemente hasta encontrar la ocasión pública donde poder humillar a su cónyuge o al que se le resista hasta hacerle sentirse mal porque es su manera de penalizar y así hasta conseguir de nuevo la sumisión personal por vergüenza ajena.

El narcisista es capaz de planificar “un enfado bestial” contra su pareja u otros, utilizando incluso datos confidenciales y humillantes del otro que le darán pie para como buen narcisista poder decir “a pesar de todo lo malo…te perdono”, “nadie te aguantaría o te puede querer como te quiero yo…”

Una persona narcisista nunca te dejará a ti, solo tú puedes librarte de ella, porque el narcisista se alimenta de ti y de su control sobre ti.

El narcisista solo expulsa de su vida al que se resiste y no claudica ante sus explosiones. Solo mantiene enganchadas a todas aquellas personas vulnerables y sin personalidad madura que puedan apartarse libremente.

El cónyuge de una persona narcisista está psíquicamente vacío, anulado y dominado ya que el brazo que mece la cuna de su vida es su pareja que gracias a su labor de años de manipulación, control y gritos o disgustos permanentes tiene a su pareja bajo su mando.

En la población en general se calcula que hay entre un 0,5% y un 2,2% de personas con una personalidad narcisista. Que en su mayoría son hombres o mujeres con un fuerte afán de dominio. El narcisista se deja ver socialmente y su forma de enseñarse le hace muy visible socialmente hasta el extremo de que pueden resultar, para quien los acaba de conocer, personas atractivas, con carisma y que deslumbran a los demás.

Este perfil de persona sabe encontrar la horma perfecta de su zapato y consiguen encontrar personas fáciles de doblegar o de conformar y que no resisten bien el conflicto. Existe más o menos un 30 % de parejas que viven unidos y sometidos al vínculo de un narcisista.

Un narcisista está por encima del común de los mortales, y solo se acerca a los demás cuando le interesa sobresalir y tener asegurado el éxito. Si no lo logra, espera en solitario a que se den sus circunstancias idóneas,  y cuando las encuentra va tejiendo una telaraña de control y confort donde no haya posibilidad de tener rivales o de escapar.

En definitiva un narcisista:

  • Es un mediocre disfrazado de “glamour y genialidad”.
  • Es un “confidente disfrazado” a quien se le confían datos sensibles para luego poder usarlos para su propio beneficio.
  • Es un interesado que atrae para lucrarse y se despide si ve en peligro su imagen.

El narcisista prefiere morir matando que asumir sus fracasos. Pero lo más preocupante de todo esto es:

  • No acepta su trastorno y por lo tanto no aceptaría atención psicológica aunque esté en juego su matrimonio.
  • Cuando uno es víctima de una pareja narcisista y se da cuenta a veces ya es demasiado tarde para poder liberarse fácilmente o sin daños colaterales.
  • Cuando uno no se ha dado cuenta de con quien convive empieza a ser consciente de que él o ella, probablemente no ha sido la primera víctima del narcisista, y probablemente tampoco será la última, y que la siguiente víctima por orden de afinidad puede ser uno de sus hijos ( el más sensible, el menos seguro de sí mismo..)

Soluciones muy pocas:

  1. No dejarse liar por la telaraña que te  estará tejiendo a diario.
  2. Márcale muy claro que el terreno de tu autoestima está blindado y no vas a dejarle que te haga daño.
  3. Dejarle claro que lo tuyo y lo mío es nuestro y no solo tuyo.
  4. Resetear con frecuencia donde estáis  cada uno y donde no quieres estar tú.
  5. Prueba a tu cónyuge narcisista con preguntas como…
    • ¿Por qué te casaste conmigo?
    • ¿Te consideras una persona con cualidades especiales o super-poderes?
    • ¿Tienes y reconoces cuáles son tus debilidades?
    • ¿Para ti cual es el éxito en nuestro matrimonio?
    • ¿Para ti que significan nuestros hijos?
    • ¿Dime algo que creas que solo tú y sin mi ayuda has sido capaz de construir o descubrir?

En el fondo lo que más le puede atraer a un narcisista es casarse con alguien para toda la vida, para que con el tiempo hacerle ver  al otro que todo lo que hace  es por un amor incondicional, cuando  en realidad su entrega es por un amor de posesión.

Si estas casado con un narcisista, estás conviviendo con un problema no menor, de origen psicológico-psiquiátrico, que si no lo controlas sistemáticamente te ocurrirá el desastre al que nadie quiere llegar pero que es la única solución que es tener que romper tu matrimonio porque no está respetando el vínculo entre pares que dignifica y humaniza cualquier matrimonio entre personas sanas y equilibradas.

 

persona narcisista

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Un hijo NINI en casa es como tener en una habitación “una maleta vacía y desfondada”.

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hijo nini

”Cuando los hijos crecen y algo o alguien les hace daño se convierten en un niño herido que no sabe cómo sanar sus heridas,  y es entonces cuando los padres debemos estar ahí”

Traer hijos al mundo es mucho más que tener hijos. Cada hijo habitualmente no llega ni con un manual de instrucciones ni con un pan debajo del brazo.

Los cambios bruscos en los hijos tienen un porqué que hay que descubrir, siendo muy respetuosos con la sensibilidad de cada hijo y su capacidad de respuesta ante  situaciones que pueden están siendo incomprensibles para él y sus padres.

Si los padres no entienden qué le ha llevado a su hijo a sentirse mal o diferente hasta querer romper con su presente familiar y social y el hijo se siente rechazado o incomprendido por sus padres en lo que le sucede no es  porque no quiera compartir sus sentimientos con ellos, es que no los sabe explicar.

Es entonces cuando se produce la tormenta familiar perfecta que puede acabar con toda una familia bloqueada y sin saber cómo salir de la situación que los tiene a todos encerrados.

Me gustaría contar aquí nuestra experiencia y la de nuestro hijo mayor, como agradecimiento a Sara, por su forma de trabajar y de enfocar las cosas y por si sirve de ayuda a otros padres que estén viviendo algo similar con sus hijos.

Nuestro hijo es cariñoso, generoso y amable con todo el mundo, muy buen estudiante, nunca nos tuvimos que preocupar de él, siempre iba muy bien en los estudios y con su entorno.

Pues bien, cuando llegó a segundo de bachillerato, sufrió un bloqueo y dejó de interesarse por todo, por los estudios, por la lectura, abandonó el inglés, dejó de salir, etc., y empezó a poner excusas para todo y a fantasear con tonterías que nada tenían que ver con sus obligaciones y su vida normal de un chico de 17 años.

Este fue el comienzo de su largo y triste despropósito. No hubo forma, ni hablando, ni obligando, ni con un psicólogo para que le ayudara. Nada. Repitió segundo de bachillerato obligado porque no quería salir de la cama ni de casa. Se matriculó en ingeniería de telecomunicaciones y sólo le sirvió para pasearse, le obligamos a trabajar, trabajó unos meses y cuando acabó el contrato, vuelta otra vez, todo eran evasivas.

Él cada vez se sentía peor y el ambiente en casa era horrible para todos. La relación en la familia y con nuestro segundo hijo se volvió insoportable. Digamos que como padres ya no sabíamos cómo ayudarle pero como pareja estábamos totalmente desbordados con esta situación.

Tropecé con el blog de Sara y vi las historias de otros padres. Aunque yo me encontraba totalmente derrumbada, me negaba a tirar la toalla y por eso la llamé.

Comenzó entonces un trabajo duro para todos, pero desde el principio Sara nos dio esperanza, y nos dejó bien claro que no hacer nada y/o esperar a que esto se pase no es la solución. Había que actuar y eso es lo que hicimos con su ayuda, su profesionalidad, su respeto por las personas y opiniones.

Nos ayudó a tomar distancia, a mirar a nuestro hijo con amor, perspectiva y a recuperar la autoridad como padres que sin duda teníamos pero que habíamos olvidado.

Hoy nuestro hijo mayor ha vuelto a estudiar y con unas notas espectaculares, poco a poco va recuperando las ganas de involucrarse en sus cosas, se ha independizado y aunque todavía le queda un largo camino, nos dice que ya le hemos ayudado bastante y que ahora es su turno.

Me gustaría que esto sirviera de ayuda para otros padres en ésta situación. No hay que tirar la toalla, y mejor que dar palos de ciego, es dejarse ayudar por expertos, de la misma manera que un carpintero no nos puede ayudar con un problema de goteras.

Gracias a Sara pudimos revertir esta situación, supimos ver cosas que no habíamos visto antes, aprendimos a manejar nuestra actitud ante nuestros hijos, por cierto fruto del amor que como pareja nos tenemos, para también respetarles y tratarles como se merecen. Ánimo familias, no dejéis de intentarlo. 

Familia A.G.

Las familias con un hijo nini, salvando las cuestiones personales, suelen tener muchos más puntos en común que los que les diferencian ante esta problemática (sexo, edad, estudios, hermanos…). Lo primero que deben saber los padres es a desdramatizar la situación por muy dramática que les parezca porque hay muchos padres en su misma situación.

Si los padres no se culpabilizan de lo que está ocurriendo, entenderán que la solución no pasa por tirar la toalla con su hijo o desesperarse con él. Desde el principio hay que cambiar de actitud y efectivamente poner en marcha nuestro lema del gabinete: “No se trata de pensar mucho más sino de pensar de otra manera” para saber cómo acompañar a vuestro hijo en este momento tan problemático de su vida también para él.

Un hijo NINI en casa es como tener en una habitación “una maleta vacía y desfondada”. Los padres no solo son los primeros educadores de sus hijos sino también los mejores sanadores de las heridas del corazón de sus hijos.

 

Post anterior relacionado:

Como recuperar a nuestro hijo nini

¿TIENES ALGÚN PROBLEMA FAMILIAR?

Las familias habitualmente no tienen ni importantes ni graves problemas, pero a veces tienen dudas de si lo estarán haciendo bien con sus hijos, y si están ayudando a crear una ambiente de familia idóneo a lo largo de los años y en paralelo al desarrollo físico y psicológicos de cada uno de los miembros de la familia.

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